Susan Elizabeth Castillo vivió un momento amargo, ese momento por el que ninguna persona quisiera pasar. Cuando se detuvo en una plaza a comprar algo le indican que la Policía Nacional estaba observando detenidamente el carro en el que andaba. "La unidad me dice ¿el vehículo es suyo? dije sí, lo alquilé la semana pasada", explicó. El policía le detalló que el vehículo tenía una denuncia de robo.
Ella tragó hondo y llamó de una a la arrendadora, porque no entendía nada. Luego de pagar lo que había comprado en la plaza le tocó salir a aclarar todo y en eso le dice el policía que ya no había nada. "Bueno, no, parece que no hay denuncia", le dicen las autoridades a Susan a lo que ella preguntó..."¿cómo que no hay denuncia? si el señor del carro, el dueño, pasó, lo vio, anda por ahí así, o sea no lo entendí", le dijo.
Los policías le dijeron a Susan que tenía que ir a la estación de policía, pero no había ninguna denuncia. "¿Y yo por qué tengo que ir a la estación si usted me está diciendo que no hay denuncia?", ella preguntó. Le tomaron los datos y ella se retiró del lugar, pero 700 metros después se le ponen los linces al lado con patrulla y todo, y le dijeron que se tenía que orillar. "Lo peor de todo es que la persona que supuestamente estaba involucrada en este robo/hurto, que fue víctima, seguramente estaba ahí, y yo decía 'este señor de seguro va a pensar que yo estoy involucrada, no sé'. Gracias al director de la Policía me soltaron", comentó Susan.
Alentó a las autoridades a investigar ante este tipo de denuncias, pues en este caso ellos tenían que verificar los datos y observar que el auto era de una flota de una arrendadora.